30.12.06

Verdades

El ejemplo es más o menos así: alguien de mediana edad, digamos jóven, sale cada semana a girar por una plaza reclamando el final de un crímen cotidiano. Decimos “un” crímen de manera simbólica, ya que el objeto de la protesta se repite por miles a cada segundo en todo el mundo y, particularmente en nuestro país. Pero el hecho es “uno” ya que la mecánica es sistemáticamente la misma, pase lo que pase. Entonces el manifestante, anda incansablemente cada metro del espacio público portando a los gritos o en silencio su pancarta declamativa: “No a la matanza de animales”.
La gente pasa, lo mira divertida y sigue de largo, quizás pensando si la persona en cuestión (“el loquito”), no tendrá otra cosa mejor que hacer, algo útil como trabajar por ejemplo. El protagonista, acostumbrado a la burla o el simple acto de indiferencia, seguirá incólumne cada semana reclamando por lo que cree justo, más allá de saber que vive en un país en el que el acto de consumir carne forma parte de la idiosincrasia nacional, está ligada a cada uno de los momentos de la historia, y encima tiene un peso fundamental en la estructura económica de su organización interna.
Nada de esto importa a nuestro amigo. El seguirá ahí, por que también la lucha es parte de su idiosincracia y no va a rendirse fácil.

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Quien duda de que la noticia de que los crímenes de la Triple A serán perseguidos con la misma fuerza que los cometidos por la dictadura, es una gran noticia. Por lo menos asi lo percibieron los familiares de las cientos de victimas de esta orga de ultraderecha que asoló universidades, fábricas y cuanto lugar en donde hubiera alguien dispuesto a cambiar algo de lo mucho que está mal en este mundo.
La captura en España del ex – comisario Almirón, otrora subordinado del bizarrísimo y temible Brujo López Rega (“Lopecito”, ¿se acuerda General?) y posteriormente guardaespaldas de uno de los esbirros del franquismo, es una novedad que trae consigo aires de redención y de verdad, ya que ayuda a empezar a entender de una vez por todas la importancia de la “sociedad civil” en el horror que estaba por venir. Y también ayuda a acercarnos a la certeza de que la cúpula del Partido Justicialista (no leer la base), con Perón incluido y me hago cargo, fueron los que dieron el puntapié inicial a la matanza más grande de la que se tenga memoria en estas tierras. Aquel “para esos estúpidos que gritan, que han visto caer a sus dirigentes sin que aún halla sonado el escarmiento”, rebotará eternamente como la amenaza pública más grande y canalla que un dirigente político reconocido y masivo (y vaya si lo era), hiciera contra su propio pueblo o peor, contra sus propios seguidores.
Si, porque lo que se escuchó ese 1º de mayo de 1974 en la tradicional plaza del pueblo (¿o debería decir de los tanques y bombas?), fue el preludio de una masacre que el orador no encabezaría solo porque su ausencia física no lo permitió, ya que encontró el final solo dos meses después de aquellas trágicas palabras, quizás como la metáfora perfecta de lo que se agitaba impunemente sobre la cabeza de los argentinos sensibles: la muerte, una aliada incondicional del déspota que despuntaba escondido cobardemente tras un títere con tapado de piel y voz chillona, la excelentísima ex – primera dama a cargo a partir de allí del poder ejecutivo nacional.
Ese monstruo siniestro pero real (aunque a él le hubiera encantado ser un Gargamel criollo), ese humilde cabo de la policia, mago y cantante de varieté, se arrebujó sobre la memoria de su lider extinto y en nombre de él (que duda cabe), lideró durante un par de años al grupo de asesinos que marcaria el rumbo a los uniformados, secuestrando, torturando y asesinando maestros, artistas, obreros, políticos de profesión y cualquier cosa que tomara la forma humana (la forma del alma me refiero), muchos de ellos abnegados militantes de su propio partido, el que en definitiva “pondría la inmensa mayoría de los muertos”, como se jactan en remarcar hoy muchos orgullosos peronistas que resistieron y bien hacen en decirlo, aunque les cueste y les duela en el alma pensar a su querido Viejo al frente de semejante escarnio. Para eso está básicamente López Rega en la historiografia de muchos, para negar a Perón en su hora más oscura. Pero eso es harina de otro costal.
Lo cierto es que esta inmundicia de Almirón, ejecutante directo de muchos según dicen, se pudra encerrado lo poco que le quede de vida y sirva como faro que ilumine el sendero que deberían transitar indudablemente todos y cada uno de los que se calzaron la pilcha de matadores de sueños.
Los que se “sacrificaron” para que los demás puedan dormir tranquilos y sin tener que estar pensando en los “otros”, los “raros”, los “distintos” que se atrevían a soñar.

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El alivio que nos desbordó a algunos el viernes por la noche cuando encontraron a Luis Gerez, es más un reflejo humanitario que otra cosa. La alegria por los suyos, su familia, sus amigos, sus compañeros de militancia, y en fin por él mismo, un obrero de la construcción con conciencia social, un digno laburante de la calle; esa algarabía repito, es tan cierta como la certeza de que este hecho no es un capitulo aislado de una serie de acción yanqui, sino que es un eslabón más en la cadena de espanto que azotó con fuerza a la Argentina de los ’70 y que apareció (atenti acá) cada una de las veces que fue necesario, ya sea en forma de represión abierta e indiscriminada (20 de diciembre, Puente Pueyrredón) o secreta y selectivamente (Jorge Julio López, Gerez).
Y no es cuestión de siempre estar mirando “la mitad vacia del vaso”, ya que no resulta demasiado necesario buscarla (porque está cada vez más visible para todos), y va siendo difícil pensar que sea efectivamente la mitad…
¿A cuantos, realmente, en lo profundo de su conciencia social (si es que esta existe como entidad uniforme) le importa el caso Gerez, o mejor, el caso López aún sin resolución? ¿Es muy cínico decir que a casi nadie? ¿Es tan terrible pensar que pueden infinitamente mucho más los tiernos y publicitarios ojos azules de Axel Blumberg, que el cobrizo y bonachón gesto de Luis Gerez? ¿Es tan increíble aventurar que el grueso de la población se regocija pensando en cual de los amantes de Nora Dalmasso habrá sido el que puso fin a sus dias, mientras la boina raida de López nos mira como preguntando desde cada lugar en donde estamos? ¿Es tan loco pensar en que somos una mierda como sociedad?
No soy sociólogo, eso está a la vista por mi escaso vocabulario científico. Pero tampoco hay que ser un especialista para darse cuenta de que a nadie le importa un carajo de nada. Y eso duele.

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A veces me pregunto si todo el esfuerzo es al pedo. Es inevitable que esto pase, y no porque uno sea derrotista o flojo, sino que se torna difícil no caer en momentáneos pozos de desencanto, cuando la mierda lo rodea a uno y por momentos amenaza con taparlo. Creo que este es uno de esos momentos.
La desaparición de Jorge Julio López y el más reciente secuestro y aparición de Luis Gerez, actualizaron momentos de la historia nefasta de este pais y se plantaron para demostarle a los adalides de la reconciliación nacional sin memoria ni justicia, que las heridas abiertas siguen ardiendo como el primer dia, que las espinas siguen pinchando y que las víboras sueltas aún son capaces de infectarnos con su ponzoña. No son brujas de cuentos, no son ogros ni monstruos de la fantasia: son hombres de carne y hueso dispuestos a matar si es necesario por defender sus ideas, ligadas tanto al statu quo como a ciertas tradiciones tan nuestras como la carne asada.
Son el resabio de lo peor (¿o lo mejor?), de las fuerzas de seguridad, pero también son el “curita” de la esquina, el señor del almacén, la tia con los ruleros puestos y el pibe trajeado y con bronceado de máquina. Son pocos y son muchos. Son pocos cuando hay que ejecutar una orden o actuar a conciencia para acallar al enemigo, pero curiosamente se multiplican en asados, en quintas de fin de semana, en cumpleaños, en el subte, en la oficina o en plena calle a la luz del dia. Miles, millones, casi todos.
Los unos hicieron y hacen el trabajo sucio, el que a nadie le gusta. Son los que levantan el martillo y lo hunden en el cráneo del “otro” del “distinto”, del “raro” que no quiere o no puede “convivir” en orden. Como el marronero del frigorífico, son los que hacen lo que a nadie le gusta hacer: mancharse con sangre. Se saben decididos, convencidos de lo que hacen porque saben que sin ellos las ruedas no seguirán marchando, ya que los bravos terneros nacerán indefinidamente y siempre se necesitará a alguien para contener su bravía porque como todo el mundo sabe, “alguien lo tiene que hacer”. Se sienten señalados, se saben eternamente salpicados de dolor y de muerte, son concientes de que serán eyectados hacia el abismo como perejiles que son ante el menor atisbo de esparcir culpas. Pero como Etchecolatz y su crucifijo, certeramente conocen como nadie su destino signado por la imprescindibilidad. Por eso sonríen, mirando al cielo.
Sonríen porque saben que el asado del orden nos lo comemos todos, la inmensa mayoria que acompaña con su silencio cómplice el genocidio cotidiano. Saboreamos las entrañas, nos deleitamos con el juguito que chorrean las visceras y le pasamos el pancito cada vez. Nadie se animaria a mirar a la cara la voluntad vencida del caido, del sepultado por la fuerza o del que vaga sin vida condenado para siempre por su pertenencia de clase. Total si pobres hubo siempre.

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A todo el mundo le gusta el orden bien entendido. Que todo marche en paz y tranquilidad. Creo que nadie se atrevería a decir lo contrario. Esta no es la discusión, ni el problema. El punto es a que tipo de orden nos referimos y cual es el costo para obtenerlo.
Si decimos o pensamos (y no lo decimos), que “la paz social” es tener lejos de uno y los suyos los problemas graves, entonces no nos temblará la conciencia cuando en nombre de la protección de nuestras conquistas individuales se realicen los peores atropellos a la dignidad humana. Eso hicieron la Triple A, los milicos y todos los que alguna vez ordenaron una represión. Mientras la cosa fue “selectiva”, o sea contra “la subversión”, “los piqueteros duros” o “los marginales de una villa”, nadie se escandalizó, e incluso muchos aplaudieron o aprobaron el accionar en cuestión. Pero cuando ese monstruo descontrolado que es el poder se “desbordó” (como siempre le sucede), hasta alcanzar a la “gente buena”, ahí empezó a picar el bichito de la culpa y no quedó más remedio que empezar a limpiar la tabla de “perejiles” y hacer otro guiso con más sabor a democracia.
Ahora bien, si el sentido que le damos a esas dos palabras (recordamos, paz social), es el de un pais en el que nadie duerma en las calles, nadie pase hambre, todos tengan el mismo o similar acceso a las comodidades y ya no halla que lamentar muertes inútiles, entonces nos estaremos aproximando al verdadero sentido que la expresión encierra.
Nuestra pancarta fue, es y siempre será la misma: “No a la matanza de personas”, de ninguna forma, ni por el lento y silencioso genocidio de la pobreza o por la inmediatez de una bala en plena nuca. No importa que se burlen, que piensen que estamos “loquitos”, que se hagan a un lado como esquivando a un ciruja, que nos señalen con sus miradas plenas de desprecio.
No interesa porque nunca interesó. Sabemos que somos pocos, que cuesta cada vez más y que los perejiles siguen flotando como fantasmas a nuestro alrededor. Pero también sabemos que si bien los brazos se cansan de sostener la pancarta de la verdad, esa VERDAD es simultáneamente la síntesis perfecta de la racionalidad humana y lo único que realmente nos diferencia de las bestias.
Y que la fuerza renovadora provendrá únicamente de la memoria.

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(Les regalo la última contratapa de Osvaldo, uno que viene marchando y sosteniendo la verdad desde hace como 60 años. Les sugiero que presten atención a la parte en que habla del peronismo versión 70's, es uno de los pocos que se animan a decirlo. Habria que sacar todos los monumentos que existen de Roca y reemplazarlos por uno de Bayer. La chapa diría "Dignidad")

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué buen blog.
Entré por el artículo que publicaste en Indymedia, y si bien por lo leído ya esperaba encontrarme con un sitio interesante, igual me sorprendí por tus opiniones (y la excelente forma de expresarlas, de redactarlas, vale decirlo).

"Sonríen porque saben que el asado del orden nos lo comemos todos, la inmensa mayoria que acompaña con su silencio cómplice el genocidio cotidiano."

Cómo duele saber lo cierto que es eso, y verlo, escucharlo, vivirlo todos los días (como decís, son muchos multiplicados en todos lados).
Por eso, es una verdadera alegría encontrar sitios como éste, donde leer y conocer otras mentes despiertas -y no sentirse una tan sola-.
Pido permiso y me retiro, entonces, para seguir leyendo.

Anónimo dijo...

Almirón.....¿Antiguo escolta de don Manuel Fraga Iribarne?

Anónimo dijo...

Lali gracias por tus palabras, estamos en contacto.
Para Anónimo: si exactamente, fue escolta de ese tipo que era ministro del reverendisimo hijo de puta de Franco, el fusilador de poetas, como le dice Osvaldo...

Anónimo dijo...

Peinada mediante, creo que lo más grave no es pensar sólo que "a nadie pueda no importarle nada" (cosa cotidiana del ser en todos los órdenes), sino empezar a ver qué piensan sobre todo lo que contás esos a los que parece no importarle nada.
A modo de resumen, viendo los balazos de goma que la Boinarense tiraba al cuerpo de los manifestantes que querían escrachar la house de González Conti acá en LP, una "compañera" de rutina/laboral, esas a las que "no les importa nada", dijo: "Si se quedaban durmiendo la siesta no les pasaba nada"; glorioso resumen del argie-medio-conservador

Felicitaciones por la nota, Holden-Ambiguo-Posmoderno

www.cazadoroculto.blogspot.com

Anónimo dijo...

Lali revisá tu dirección porque me rebotan los mails.
Saludos

Unknown dijo...

De acuerdo con cada una de las palabras escritas por Holden. Ni una de más.
A la gente no le importa nada. A mí tampoco.

bartolomé rivarola dijo...

"Primero mataremos a todos los subversivos; luego mataremos a sus colaboradores; luego... a sus simpatizantes; luego... a quienes permanezcan indiferentes; y por último mataremos a los indecisos"
Gral Ibérico Saint-Jean, gobernador de la provincia de Buenos Aires 1976-1980

Daniel O. Requelme dijo...

CASO MACARRÓN

Un periodista apellidado Mendez interroga a una psicóloga de esta manera:
Si Facundo Macarrón fuera inocente?...

Un tal “Gelblung” considera el ruido de su plastificada dentadura al aire por Radio 10 un elemento seductor y afirma:
Facundo Macarrón tiene 50% de culpable… ¡Trampas!

En la Republica Argentina todo sujeto de derecho es inocente (I.N.O.C.E.N.T.E.) hasta que se pruebe lo contrario.

Una valiente víctima organizó las voces sin micrófono por este medio y se acabó con el tema “Sagen”.

Los integrantes de este medio somos voces que estamos anoticiando a los comunicadores sociales por el simple gusto de tender a mejorar nuestra calidad de vida. Repitamos: Facundo Macarrón y el ahora famoso pintor Zarate son inocentes hasta que se pruebe lo contrario!

Escuchamos a la Abuela del caso Macarrón. Su dolor por la hija supuestamente asesinada. El posterior ultraje sufrido con la historia de la victima y ahora todo este alboroto contra su nieto.
Dicho en puro sentimiento ¡ ¡Pobre Vieja!

Consumiendo nosotros un pobre periodismo cobarde y pordiosero alimentamos una práctica que degrada también al que la hace.

Resulta repugnante el acoso al futuro entrevistado transformado en victima.

Al pibe Macarrón le mataron la madre y el padre fue responsable del montaje histriónico que urdió a manera de conferencia de prensa. Debió compartir el discurso paterno que entre otras cosas perdonaba a la muerta ¿Perdonar? ¿Le perdonaban haber vivido? ¿Se arrogaba el padre un rol juzgador? ¿Juzgaba que cosa?
¿Ajeno el hombre a cualquier acto de la esposa? ¿Ajeno? El (pobre) hijo Facundo fue expuesto y Sres. Se sabe el mismo es menor. Menor de edad. Puede ser perseguido penalmente. Pero sigue siendo menor. L padre es responsable por esta situación, entonces decimos Pobre Pibe! Asistimos a una doble victimización. Una lectora de La Voz del Interior dijo “se trata de un chico rico no vá a ser perjudicado… Vaya si este chico no ha sido tocado. Manoseado hasta la impudicia… Y se trata de un menor…

Gracias, muchas gracias por haber leído esta propuesta que si además comparte le ruego contribuya a su difusión

¡Somos todos inocentes hasta que se pruebe lo contrario!


Daniel O. Requelme


www.danielrequelme.com.ar

Anónimo dijo...

Lo de Gerez fue el montaje más patético que nos ha tocado ver y oir en todos estos años.

Lupa dijo...

No se trata de Gerez, se trata de todos. Estamos en el Armaggedon.