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El cuento podría empezar así: dependencia del Estado, semana previa al gran acto de la simbologia histórica Nacional y Popular, dos conspicuos representantes de la moderna dirigencia sindical argentina se acercan al grupo de empleados en plena labor e instan a interrumpirla. Los susodichos, realizando un acto de sacrificio abandonan sus respectivas tareas para, reunidos en desordenada ronda, escuchar lo que esta gente viene a decir. Se hace un silencio ligeramente tenso y el compañero de abundante mostacho grisáceo y prominente abdómen justicialista, pasa a develar la incógnita: "Compañeros, como ustedes saben el martes se cumple un nuevo aniversario de la gran gesta del pueblo argentino...el 17 de octubre (NdlR: se apuró a completar antes de que alguno preguntara si la fecha del aniversario de la obtención del mundial de México no era en junio)...y como seguramente también saben (¿?), se va a realizar el traslado del cuerpo del General desde la Chacarita hasta la histórica quinta de San Vicente. Bueno, el tema es que esto es importante para el (aquí el nombre de dicha dependencia Estatal, que por razones de discreción profesional dejaremos como incógnita) es muy importante, ya que los reclamos por la mejoria de la estructura organizativa nuestra se encaminan muy bien...asi que nosotros les venimos a decir que de ninguna manera es obligatoria su presencia en el acto, aunque tomaremos muy en cuenta a los que estén...De todas maneras como es un dia laborable tienen que venir hasta la sede a dar el presente, aunque ese dia no se trabaje(¿?)."
A todo esto, las caras de los conspicuos oficinistas estatales se fueron tornando de lo más diversas y divertidas. Irónicas en los más audaces, nerviosamente cómicas en los menos interesados, y de compungida resignación en los más sumisos...Fue ahi cuando tomó la palabra la otra persona: una robusta fémina de generosas medidas que incluía portentoso tren delantero e idem defensa y que, según me informaron luego, es la mujer de un 'caracterizado fanático' de un club de los pesados del ascenso, que a veces se acerca hasta el edificio cuando de dar una mano se trata..."No crean que es una obligación eh, solamente decimos que es conveniente la presencia de todos, para que nos vean, que sepan que estamos y lo nuestro salga rápido...Claro que el que no quiera nos dice y listo, no es cuestión de que se sientan presionados..."
Luego de unos murmullos para abajo y alguna preguntita al pasar, se dió por terminada esa especie de 'asamblea' de dos, y se retornó al orden del trabajo. "Que va'cer", dijo uno de los conspicuos oficinistas mientras se dejaba caer en uno de los tantos sillones giratorios de esa importante dependencia estatal...
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Al final valiéndose de una extraña fortuna, uno pudo zafar del acto, dar el presente e irse. Claro que la categoria de pasante (algo asi como un esclavo moderno dentro del mundo del trabajo asalariado estatal capitalista), eximía de un compromiso mayor con la causa colectiva, misión que no pudo esquivar el grupo de empleados fijos de dicha dependencia estatal que, en fila y con la gravedad que tal acto desprendía, se dirigieron al encuentro de la momia célebre encabezados por los dos sujetos antes descriptos (el señor de prominente abdómen y la señora de prominente todo). Esa fue la última imágen que quedó retenida en el cerebro del pasante antes de huir raudo hacia la seguridad de su hogar.
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"Mirá Lu, los peronistas se están matando", fue el comentario de mi vieja voceado desde el lejano comedor para atraer mi atención algo abstraida de los acontecimientos de San Vicente. Lo que dejaba ver la imágen de TN eran dos nutridos bandos (¿eran solo dos?) de militantes justicialistas que valiéndose de todo tipo de artículos (léase palos, botellas, bombos, alpargatas, etc), se sacudían acompañando los acordes de las estrofas de Hugo del Carril, que resonaban tan lejanas como inútiles "todos unidos triunfaremos..." Nadie (¿o todos?), sabía que en unos instantes más, la varonil voz del tanguero sería reemplazada por los inequívocos acordes de la Bersa 9mm de Madonna...
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'Madonna' es el nombre de guerra de Emilio Quiróz, un 'muchacho trabajador y peronista' empleado del otrora combativo Moyano y 'caracterizado fanático' del ex Rey de Copas. Este humilde obrero del volante, leyó como nadie la situación del martes por la tarde y puso lo que habia que poner: levantando la herencia de Osinde, apuntó su matraca hacia el enemigo y disparó cuatro veces. ¿Mató a alguien acaso?, me pregunto como se preguntó un veterano dirigente minutos más tarde. Y la verdad es que no, lo que revela tan alarmante falta de pericia del ejecutante que le hubiera valido más de una cargada del viejo y añorado CDO.
"Es que querido ¿vos te pensás que cualquiera se sube a ese palco y levanta la hitaca del Brujo? No no, de ninguna forma, y menos si no te podés cargar a uno de esos albañiles de mierda...Por eso estás adentro, para que aprendas. "
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Adentro de la Quinta quedó el castigado envoltorio de lo que alguna vez fue el líder de masas más importante de la historia de este país.
¿Se le habrá caido la napia mientras sus muchachos se daban maza? ¿Habrá bailado un poco dentro del cajón 5 estrellas, quizás intentando abstraerse del mal momento? ¿Se habrá puesto de espaldas para no mirar? ¿Habrá pedido las manos para poder taparse los ojos?
No lo sabemos ni lo sabremos jamás. Lo que si sabemos es que las cosas no son como antes, que los ideales han quedado en el olvido...
Ya no se sube al camión en paz y armonía, ya no se escucha en silencio respetuoso la arenga del líder, ya no se traga contento el embutido tradicional ni se recibe callado el acanalado de zinc...
Hoy se han perdido los valores. Se han esfumado para dejar paso al canalla negocio de la droga (¿cuantas bolsas hay si vamos?), o el más desvergonzado tráfico de hombres rudos a cambio de la vil moneda de curso nacional...
Si no fuera por Ese Hombre, diríamos que todo está perdido...